La diplomacia a nivel internacional no ha dejado de rasgarse las vestiduras cada semana desde que Donald Trump asumió el poder en EE.UU. el pasado mes de enero. Sus amenazas y ataques han pasado de las palabras a los hechos, poniendo en un brete a su país y de paso al resto del planeta. Su patada al tablero del cambio climático fue solo el principio.
El líder de Corea del Norte, Kim Jong-un acaba de recibir un apoyo inesperado a su ferviente deseo de convertir a su país en una potencia nuclear proveniente de uno de sus encarnizados enemigos: Donald Trump. Sabemos que el líder norcoreano tenía pocas dudas sobre la necesidad urgente que tiene su país de alcanzar ese estatus para que su régimen deje de estar en peligro, teniendo el recuerdo fresco de lo que había ocurrido con líderes que alcanzaron pactos con Occidente como Saddam Hussein oMuammar Gaddafi y cómo acabaron sus países.
Si alguien le susurraba al oído a Kim Jong-un que se sentara a una mesa a negociar con EE.UU. la congelación de su programa nuclear y de misiles, ese consejero ya debería haber sido removido de su puesto. Pionyang ha visto cómo un acuerdo complicado en el que se implicaron seis potencias mundiales ha sido dinamitado sin motivo real alguno por el presidente Donald Trump.
Qué gana Kim sentándose a negociar y renunciando a su aspiración nuclear, cuando ve cómo una nación como la República Islámica de Irán, que ha manifestado por activa y por pasiva que no estaba buscando crear armas nucleares, luego de ser presionada y humillada acepta un trato justo que dos años después puede quedar en papel mojado. Kim no gana nada, pero sí pierde el resto de la humanidad, porque la crisis en la península coreana solo irá a más.
Lo anunciado ayer por Washington, amén del envío de submarinos nucleares, portaviones y aviones de última generación a las aguas coreanas, solo impulsa al líder en su determinación.
Antecedentes
Este viernes EE.UU. ha vuelto a hacer historia al no certificar el histórico acuerdo nuclear (JCPOA, por sus siglas en inglés) firmado en el 2015 entre Teherán y el Grupo 5+1 de potencias mundiales e incumplir el pacto anunciando nuevas sanciones. Nunca la comunidad internacional había acudido a una reiterada falta de palabra y evasión de compromisos internacionales como la protagonizada por Donald Trump en los casi 10 meses que lleva en el poder.
Consumó su anunciada amenaza de tirar piedras al Plan Integral de Acción Conjunta sobre el programa nuclear de la República Islámica, firmado por Irán y el Sexteto (Reino Unido, China, Francia, Rusia, EE.UU. y Alemania) en julio del 2015. Para ello ha pasado la patata caliente a los legisladores, indicando que si no logra "una resolución del Congreso" y un consenso con sus "aliados", el acuerdo nuclear dejará de estar en vigor "en cualquier momento", debido a que las acciones de Irán "rompen el espíritu" de ese pacto.
Por si fuera poco el Departamento de Tesoro de Estados Unidos ha incluido a los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán (IRGC, por sus siglas en inglés), la organización militar estatal más grande del país, en su lista de sanciones por su "apoyo al terrorismo".
La salida de EE.UU. del Acuerdo de París sobre el cambio climático, la amenaza de hacer saltar por los aires el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y su anuncio de retirada de la UNESCO son otras evidencias de la voluntad de Trump de pasarse por el arco del triunfo acuerdos multilaterales alcanzados por su país.
Peligrosas acciones unilaterales
Como era de esperar, el presidente de Irán, Hasán Rohaní, ha puesto la cordura y argumentos suficientes encima de la mesa, para cuestionar esta insensata forma de actuar del Gobierno estadounidense: "Ningún presidente tiene derecho a anular un acuerdo internacional avalado por la ONU", aclaró Rohaní. Además ha recordado que el JCPOA no es un acuerdo bilateral, sino que hay otros cinco países implicados: Reino Unido, China, Francia, Rusia y Alemania.
Precisamente Moscú considera este paso de la administración de Trump "un elemento de discusión política interna, dentro del marco de la legislación nacional estadounidense". La Cancillería rusa señala que "independientemente de las decisiones de los miembros individuales" del acuerdo nuclear con Irán, resulta "imposible" volver a la situación anterior y recuerda que la reimposición de sanciones por parte del Consejo de Seguridad de la ONU está excluida".
En la misma línea se ha pronunciado Bruselas. La alta representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de la Unión Europea, Federica Mogherini, recuerda que este acuerdo nuclear no es "bilateral", por lo que "no lo puede anular un solo país", aseverando que "no podemos permitir la destrucción de un acuerdo nuclear que funciona".
A Trump todo le da igual, él se ha propuesto una serie de cosas: el muro en la frontera con México, dinamitar el TLCAN, darle la espalda al acuerdo respecto al cambio climático, pegarle una patada al acuerdo nuclear de Irán, seguir presionando a Cuba y Venezuela y arreglar las cosas a su manera con "el hombre misil".
Cabe recordar que Trump perpetró algo que no estaba en el guion: el ataque con 59 misiles Tomahawk contra la base siria de Shairat tras el ataque químico "fabricado". Si el líder estadounidense es capaz de dar esos giros sobre temas en los que aparentemente estaba de acuerdo con Rusia, respecto a la recuperación de la paz y poner coto a los terroristas en Siria e Irak, qué cabe esperar en temas en los que desde hace años ha dejado clara su postura…
Kim no nos convencerá, pero hoy está más seguro que ayer de que tiene toda la razón y acelerará la máquina para entrar de lleno al club de las potencias nucleares.