Matías Bosch: "La oposición sabe que con violencia no derrocará al Gobierno de Maduro"
Los eventos violentos desarrollados en Caracas, convocados por la oposición al Gobierno bolivariano, y la repercusión que han tenido en agencias de noticias y Gobiernos extranjeros son parte de un plan que tiene como fin último derrocar al chavismo.
Así lo dijo en entrevista para RT el profesor dominicano Matías Bosch, director de la Fundación Juan Bosch.
RT: Profesor, ¿qué piensa cuando escucha a los que tachan de 'dictadura' al Gobierno venezolano?
M.B.: Un absurdo. Cualquiera que vaya a Venezuela puede darse cuenta. Ahora mismo se está celebrando en Caracas un festival de teatro que bajo ninguna dictadura latinoamericana ha sido posible.
En Venezuela la oposición marcha masivamente, hay partidos, se hacen elecciones que incluso ganan, hay libre tránsito, el Gobierno vigente fue electo en elecciones transparentes.
Lo que pasa es que desde 1999 la derecha venezolana no aceptó a Hugo Chávez y desde el 19 de abril de 2013 tampoco acepta a Nicolás Maduro. Y pretende usar las facultades de la Asamblea Nacional, que lograron controlar, para anular las facultades de otros poderes. Y como no pueden, y como Maduro es presidente, le llaman a aquello dictadura.
Están buscando desesperadamente, desde siempre, los elementos simbólicos, discursivos que los revistan de democráticos. Por eso ahora, de buenas a primeras, no tienen pudor en declararse defensores de la Constitución que ayudaron a derogar en 2002.
Necesitan ese traje de demócratas para hacer digerible su operación, que es provocar una confrontación civil a gran escala que valide un alzamiento militar.
RT: ¿La violencia opositora bastará para derrocar al Gobierno bolivariano?
M.B.: La derecha venezolana ha logrado hegemonizar parte del malestar que existe en la sociedad actualmente, producto de la crisis sobrevenida en los últimos años. Eso es una verdad, como pasó en Chile con Allende.
Sin crisis material no hubiese sido posible dividir a las capas medias en su apoyo al golpe. Una cosa es esencial para la otra. Y esa derecha no apuesta a elecciones, no las espera. Su consigna es la misma de Almagro: elecciones anticipadas o nada.
Estoy convencido cada vez más de que la oposición sabe que con violencia callejera no derrocarán al Gobierno de Maduro, pero sí pueden lograr la confrontación civil y con ello validar cualquier cosa.
La violencia es parte de las protestas en cualquier parte del mundo, pero normalmente los organizadores se hacen cargo de que ello esté controlado y marginado.
Al contrario, la derecha venezolana, contando con la ayuda de la prensa mundial, promociona sus hechos de violencia. Ese tipo de violencia, que la prensa condena en Chile o en España, en el caso de Venezuela se exalta como auténtica resistencia civil a una supuesta 'dictadura'.
En última instancia, con esa violencia repetida una y otra vez van creando un clima insoportable para los venezolanos, y mientras muchos jóvenes se van, ellos se quedan como auténticos reyes de la fiesta, esperando que la fruta caiga por madura, por el cansancio y el miedo de la gente.
RT: ¿Cuál es la diferencia entre la actuación policial frente a las protestas ocurridas en Caracas, y las que se observan en Argentina, Brasil o Paraguay?
M.B.: Te puedo dar un ejemplo diáfano en referencia a tu pregunta: si los periodistas de las grandes agencias que dan noticias sobre Venezuela fotografiaran una marcha no autorizada en Chile, podrían sacar fotografías dantescas, pero no lo hacen.
Chile ha sido cuidado como el 'niño bueno de la clase', con el que se disciplina a los demás países, mientras se ha ejercido una violencia brutal contra estudiantes, profesores, mapuches, desterrados de Pinochet, entre otros.
En cambio, cuando la Policía de Venezuela reacciona ante la violencia injustificada de ciertos grupos focalizados de las marchas de oposición, se trata de presentar no solo de manera hipertrofiada, sino dando la imagen de que esa es la situación general y la política del Gobierno frente al ejercicio de la disidencia.
RT: ¿Considera usted que la OEA actúa con la misma vehemencia aplicada a Venezuela, cuando se trata de con otros países de la región?
M.B.: La OEA ha sido utilizada como herramienta simbólica para revestir con un supuesto multilateralismo a la injerencia en el destino político de Venezuela.
Es curioso cómo el centro de poder aprende a darle elegancia a su prepotencia y, como decía, a su injerencismo. Pero el comportamiento del secretario general Luis Almagro desnuda toda la operación: su conducta es violenta, agresiva e insultante hasta con el mismo presidente Nicolás Maduro. No respeta ningún límite.
Por otro lado, queda también desnudada la operación cuando se advierte la tremenda asimetría entre lo que hace la secretaría general de la OEA junto a los países confabulados en contra del proceso bolivariano, y lo que se hace respecto a crímenes y violaciones a derechos humanos en masa que ocurren en Colombia, México, Honduras, por decir algunos países.
Tan solo recordemos que la OEA no hizo nada cuando en Honduras y Paraguay se perpetraron sendos golpes de Estado, y que hace exactamente 52 años esa organización validó con votos y todo el protocolo, la invasión de Estados Unidos en República Dominicana.
La exigencia del informe de Almagro para que en Venezuela se hicieran elecciones 'express' es sencillamente intolerable y debería haber sido removido de su cargo.
RT: ¿Son válidas las denuncias del Gobierno venezolano sobre la existencia de un plan internacional en su contra?
M.B.: Por supuesto que hay un plan. Cuando Lilian Tintori hizo campaña a favor de Guillermo Lasso, cuando se ha reunido con Macri y Peña Nieto, cuando vemos las expresiones de Álvaro Uribe, de Mariano Rajoy en España, uno no puede pensar en otra cosa que una gran articulación para terminar de desaparecer a ese proceso que es, a la vez, un 'pésimo ejemplo' para la región, y un enclave fundamental para los recursos naturales que el imperio necesita controlar.
Otra manera de darnos cuenta es ver cómo la prensa internacional está articulada, desde el primer día de Gobierno de Maduro, para trastocar cada hecho en una noticia que lo pueda desacreditar.
Repito, Venezuela es desde 1999 un pésimo ejemplo de transformaciones sociales y geopolíticas, y los centros de poder han decidido que luego de la muerte de Chávez su derrocamiento y término les es más viable, y lo intentan sin cesar.
RT: Colombia, Argentina, Brasil, Paraguay, Perú y México ¿tienen razones suficientes para 'preocuparse' por Venezuela?
M.B.: Es muy penoso ver el rol que está cumpliendo México, un país históricamente defensor de una doctrina de no injerencia, de respaldo a las democracias y de distancia con el imperialismo del Norte. Pero Peña Nieto no es más que uno de los varios Gobiernos en línea que han hecho de la política mexicana un inmenso negocio.
Repito, Peña Nieto antes de fotografiarse con Lilian Tintori debería haberse sentido responsable de brindarles a las madres de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa la seguridad de que iba a encontrar sus hijos, pero no lo hace.
Su función para contener el avance de la izquierda y de Andrés López Obrador le hace estar más preocupado del concierto de la derecha internacional, por eso busca en Venezuela su chivo expiatorio.
Paraguay, Brasil, países donde se tergiversó la ley para derrocar Gobiernos legítimos, son casos igualmente extremos de uso de comodines para validar con falso multilateralismo toda esta operación, países que además tienen tantas cuentas pendientes.
Pero no olvidemos que en la invasión yanqui de 1965 a República Dominicana, se utilizó a Nicaragua, Brasil, Honduras y Costa Rica para validar aquella supuesta 'fuerza interamericana de paz'. Imagínese, Somoza mandando hombres a Santo Domingo a 'defender la libertad'.
RT: Profesor Bosch, a propósito de los países que se pronuncian sobre Venezuela: ¿cuál es el límite entre solidaridad e injerencia?
M.B.: Venezuela practica la solidaridad con Misión Milagro o Petrocaribe. En la solidaridad no hay condicionamientos, ni hay un trato entre el que da y manda, y el que recibe y obedece.
Eso lo hace Estados Unidos, y como consecuencia en Centroamérica y el Caribe los Gobiernos y los Parlamentos se ven obligados a implementar políticas y fijar posiciones, condicionándolos por los dólares que les otorgan en programas especiales, programas que además socavan la soberanía, porque se entrometen en temas que deberían ser de exclusiva incumbencia del Estado nacional, como son las políticas de seguridad y defensa.
Venezuela, Cuba, son países que practican la solidaridad.
La derecha venezolana dice que el chavismo regala el petróleo a cambio de favores, cuando en realidad quienes siempre regalaron el petróleo a las transnacionales fueron ellos, a cambio de ser tutoreados y protegidos por la mayor potencia económica y militar de la Tierra.
Ernesto J. Navarro