Esta semana, una joven saudita ha despertado la polémica en la Red tras publicar un video en el que paseaba con "ropa inmodesta" –como la calificaron en su país–: una minifalda. Tras la reacción de los usuarios, muchos de los cuales pidieron su arresto por violar las reglas de vestimenta del reino, la mujer fue detenida. Ha sido puesta en libertad después de varias horas de interrogatorio.
Sin embargo, no siempre las mujeres que se atreven a desafiar a las normas logran evitar un castigo en los países musulmanes. Y al revés: no siempre el riesgo de un castigo detiene a las ciudadanas de estos países que tratan de lograr una mayor libertad.
¿Provocación o libertad de vestimenta?
El video en cuestión, publicado en Snapchat, muestra a la mujer –se reporta que se trata de una modelo llamada Khulood– caminando con una camiseta de manga corta y una minifalda por una fortaleza histórica sin nadie alrededor en la pequeña localidad de Ushaiager, al norte de Riad.
Multitud de internautas reaccionaron con indignación en las redes sociales dirigiendo duras críticas hacia la joven, pidiendo incluso su arresto. "La gente que no respeta las reglas del reino no merece vivir en él", escribió una usuaria en la Red. "Lo que hizo no queda bajo la 'libertad personal'. Está claro que quería provocar a la gente e ir contra las normas sociales del país. Debe ser castigada por ello", rezaba otra publicación.
"Así como llamamos a la gente a respetar las leyes de los países a los que viajan, la gente también debe respetar las leyes de este país", escribió por su parte el popular escritor saudita Ibrahim al Munayif, que cuenta con más de 41.000 seguidores en Twitter.
Asimismo, otros usuarios han defendido que la libertad de vestimenta no debe ser considerada como un crimen y han apuntado que si la mujer fuera extranjera se estaría hablando de su belleza y no de su posible arresto.
El escritor y filósofo Wael al Gassim ha admitido a la BBC que "se sorprendió al ver esos tuits enojados y aterradores" y ha expresado sus dudas de que, con esta actitud, el reino logre implementar el plan de reforma económica y social Visión 2030, el cual busca elevar la participación de la mujer en la economía del país desde el 22% actual a un 30%.
Este miércoles se reportó que la joven saudita había sido puesta en libertad sin cargos tras varias horas de interrogatorio. En su declaración ante el tribunal, Khulood afirmó que el video fue publicado sin su conocimiento.
Sauditas al volante
Si bien Khulood no se ha declarado como luchadora por los derechos de las mujeres, hay quienes sí han hecho pública su posición hacia las ortodoxas leyes de Arabia Saudita. Aunque, como vemos, para provocar un escándalo y atraer la atención de todo el país basta con vestirse con una minifalda o ponerse al volante de un coche, como fue el caso de Manal al Sharif, la informática y activista saudita que en 2011 impulsó toda una campaña a favor de los derechos de las mujeres para conducir.
Como parte de la iniciativa, Al Sharif fue grabada por su hermana conduciendo un coche y publicó el video en las redes sociales. La activista fue detenida y pasó diez días en prisión, pero su ejemplo inspiró a muchas otras mujeres que también se sentaron al volante y manejaron por las calles de Riad en el marco de la campaña Women2Drive, que se repitió en los años posteriores.
Al parecer, no sirvió de mucho, pues en 2014 volvieron a detener a dos mujeres, en este caso a Lujain Hathlul y Maysa Amudi, por conducir un automóvil. Lujail fue arrestada en la frontera con los Emiratos Árabes Unidos mientras intentaba entrar en Arabia Saudita al volante de su coche. Al difundirse la noticia de su arresto en las redes sociales, la periodista Maysa Amudi, que también estaba en los EAU, decidió apoyar a Lujain haciendo lo mismo que ella, y también fue detenida.
Primeros cambios
Con todo, en los últimos años se han observado ciertos cambios en materia de derechos de las mujeres. En 2015, gracias a un decreto de 2011 promulgado por el entonces rey Abdalá bin Abdelaziz, se celebraron las primeras elecciones municipales de Arabia Saudita en las que las mujeres podían votar y ser candidatas a cargos. En ellas 20 mujeres fueron elegidas para los consejos municipales.
En febrero de 2017, por primera vez en la historia de la monarquía árabe se postularon mujeres para ocupar altos cargos gerenciales en instituciones financieras nacionales.
El desempleo femenino en esta nación árabe se mantiene en altos niveles, concretamente en una tasa del 34%. Sin embargo en los últimos cinco años se nota una tendencia a la baja, subrayó la agencia Bloomberg citando cifras del departamento central de estadísticas e información. El número de mujeres que trabaja ha aumentado en un 50%.
Quizás fueron estos cambios los que han impulsado a la hija de Donald Trump, Ivanka, a aplaudir en mayo el "progreso" de Arabia Saudita en favor de la mujer. Y tal vez fueron estas novedades las que han movido al Consejo Económico y Social de la ONU a admitir a Riad como miembro de la Comisión de la Condición Jurídica de la Mujer. Sin embargo, las dos noticias fueron recibidas con estupor por los internautas, activistas y varios organismos pro DD.HH.
En este sentido, el director ejecutivo del grupo de derechos humanos UN Watch, Hillel Neuer, tildó de "absurda" la decisión de la institución internacional y explicó que elegir a Arabia Saudita para proteger los derechos de las mujeres "es como hacer a un pirómano jefe de bomberos de una ciudad".
Las dos caras de Irán
En Irán, las mujeres tienen algo más libertad que en Arabia Saudita: ellas sí que tienen el derecho a conducir, así como de participar en la política y la jurisprudencia. Sin embargo, después de la Revolución Islámica en el país fueron introducidas nuevas restricciones para las mujeres, con un estricto código de vestimenta y el aumento de la segregación por género.
Restricciones que, no obstante, no detienen a las defensoras locales de derechos humanos, como las activistas Shirin Ebadi y Narges Mohammadi.
Ebadi, que aboga por una nueva interpretación de la ley islámica que no infrinja los derechos de las iraníes, se convirtió en 2003 en la primera ciudadana de este país y también en la primera mujer musulmana en recibir el Premio Nobel de la Paz por "sus esfuerzos por la democracia y los derechos humanos". Y, concretamente, por la "lucha por los derechos de mujeres y niños". El Comité Noruego del Nobel subrayó su "sensatez profesional" y su "valentía", apuntando que Ebadi "no ha prestado atención jamás a las amenazas a su propia seguridad".
Sin embargo, en 2009 las autoridades iraníes sustrajeron a la abogada el diploma y la medalla –hecho insólito en la historia de este prestigioso galardón– por un supuesto "impago de impuestos" por el premio.
Narges Mohammadi, otra destacada activista y vicepresidenta del Centro de Defensores de Derechos Humanos, dirigido por Ebadi, tuvo aún menos suerte que su compañera, pues fue condenada a 16 años de prisión por "actuar en contra de la seguridad nacional" y por "propaganda contra el régimen".
La 'Kim Kardashian' pakistaní y la ganadora más joven del Premio Nobel de la Paz
A veces, las mujeres han pagado con su vida por su deseo de conseguir una mayor libertad, como fue en el caso de la modelo, bloguera y activista Qandeel Baloch, conocida como la 'Kim Kardashian' pakistaní.
Baloch se hizo famosa después de publicar en las redes sociales imágenes provocativas de sí misma con una crítica en favor de la igualdad de las mujeres en su país. Contaba con decenas de miles de seguidores en Instagram, muchos de los cuales –sobre todo mujeres de Oriente Medio– la percibían como un ejemplo a seguir.
Sin embargo, su hermano Wasim la veía de una manera muy distinta: como una vergüenza para su familia, razón por la que en julio de 2016 la drogó y la estranguló hasta matarla. Al ser detenido por la Policía, Wasim confesó su crimen y aseguró que no se arrepentía en absoluto de haber acabado con la vida de su hermana, que "estaba deshonrando a nuestra familia", sino que además, estaba orgulloso, ya que se había ganado "un lugar en el cielo al aliviar la agonía" de sus padres.
El caso fue catalogado por la Policía pakistaní como un 'crimen de honor' y suscitó una ola de indignación en todo el país, donde cientos de mujeres mueren cada año a manos de personas que alegan que sus parientes han 'deshonrado' a la familia.
La luchadora pakistaní más conocida es, sin duda, Malala Yousafzai. La historia de esta valiente joven comenzó en 2009 cuando, a la edad de 11 años, comenzó a escribir en su blog digital sobre su vida y estudios en una escuela de Swat, donde entonces se producía un conflicto armado entre las fuerzas gubernamentales y los talibanes, que prohibían a las niñas recibir educación secundaria.
En su blog, la niña criticaba el movimiento radical talibán y denunciaba en detalle las atrocidades cometidas por sus integrantes. Su activismo le valió un violento ataque el 9 de octubre del 2012, cuando un talibán le disparó en la cabeza al regresar del colegio.
La niña sobrevivió, convirtiéndose en un símbolo de la lucha contra el fanatismo religioso y la defensa de los derechos de las mujeres. En 2014, con 17 años, se convirtió en la persona más joven en ganar el Premio Nobel de la Paz por su defensa de la educación de las niñas.
También miembros de la realeza
Finalmente, algunas representantes de la monarquía también se dedican a romper los estereotipos y reivindicar los derechos de la población femenina.
Una de ellas es la reina Rania de Jordania que, a través de varias fundaciones, ayuda a las mujeres a involucrarse más en la vida económica del país. Además, lucha contra el abuso infantil y supervisa el centro para las víctimas de la violencia doméstica.
Asimismo, Rania promueve proyectos educativos en el país y trata de desacreditar los prejuicios relacionados con las mujeres árabes. Por ejemplo, ha decidido no llevar velo argumentando que en el islam no hay ninguna indicación de que la mujer esté obligada a hacerlo.
Otro ejemplo es Ameerah al Taweel, una princesa de Arabia Saudita que ya ha visitado más de 70 países para realizar misiones humanitarias y lograr los medios que permitan el empoderamiento de las mujeres.
Vestida al estilo occidental, la princesa Ameerah asiste a eventos públicos. Es una persona muy activa en las redes sociales y hasta maneja un auto. Su comportamiento revolucionario incentivó su divorcio, pero mantiene su título de princesa y continúa con sus actividades filantrópicas.
Estas son algunas féminas que, siendo muy diferentes entre sí, tienen una cosa en común: se han atrevido, cada una a su manera, a desafiar a las reglas establecidas en países donde desobedecer puede costarle caro a una mujer.
María Lekant