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El terrorismo islámico, el mayor peligro europeo
Los Gobiernos europeos, inmersos en la lucha anticomunista, tienen la culpa de no haber notado el nacimiento del extremismo islamista, dice el reconocido experto en terrorismo Claude Moniquet, quien concedió una entrevista exclusiva a RT.
Hay tres peligros terroristas hoy en Europa, dice Claude Moniquet, director del Centro Europeo de Inteligencia Estratégica y de Seguridad (European Strategic Intelligence and Security Center, ESISC). El hecho protagonizado por Anders Breivik en Noruega puede representar terrorismo de extrema derecha, de lo cual es el caso más fuerte de los últimos 20 años. El terrorismo de extrema izquierda, que tenía mucho poder hace 20 años, ahora está casi extinto, aunque hay unos grupos pequeños anarco-marxistas en Grecia e Italia.
El peligro más serio en Europa, según Moniquet, es el extremismo islámico, porque hay miles de personas involucradas en acciones extremistas que pueden convertirse en terroristas en el futuro.
El islamismo radical lleva unas tres décadas desarrollándose en Europa. Llega a la gente a través de varios canales, en las escuelas, universidades, clubes, instalaciones deportivas y cárceles, entre otras. El proceso de radicalización suele producirse cuando la gente es joven. Según Moniquet, para los jóvenes que ingresan en la universidad sin haberse convertido en extremistas la posibilidad de hacerlo más tarde es bastante baja.
Es difícil decir qué grupos son más susceptibles a la influencia extremista. Por un lado, parece lógico que chicos pobres que se sienten alejados y excluidos de la sociedad puedan recurrir al extremismo, pero por otro lado, los participantes en el atentado en Londres en 2005 estaban bien integrados. Uno de ellos, por ejemplo, era hijo de un propietario de una tienda, tenía buen trabajo, educación. “Los que están en cualquier tipo de crisis, sea una crisis social, cultural, familiar, personal, se vuelven débiles y podrían recurrir al extremismo islamista así como caer en una secta cristiana”, destaca Moniquet.
La radicalización del islamismo comenzó en los años 70, cuando Arabia Saudita empezó a destinar fondos supuestamente para ayudar a los países europeos a resolver problemas con inmigrantes. Según Moniquet, que entonces formó parte del servicio de inteligencia francés, Arabia Saudita alimentó el extremismo durante décadas, enviando dinero y gente a Europa, pero la inteligencia europea y estadounidense no se interesaron mucho porque tenían un enemigo más importante: la URSS y el comunismo.
Después del asesinato en 2004 del cineasta holandés Theo van Gogh, cometido por un joven marroquí, por haber filmado un cortometraje 'Submission' sobre violencia contra las mujeres en los países islámicos, la inteligencia holandesa empezó a seguir al clero musulmán y descubrió que entre el 60% y el 70% no podían entender, leer o hablar holandés. “Claro está que los clérigos no pueden ser un factor para la integración. No entienden la sociedad donde viven ellos y sus seguidores. No pueden dar buenos consejos... Y muchos provenían del exterior, de Arabia Saudita o los Estados del Golfo”.
Las medidas que emprenden ahora en Europa pueden tener consecuencias ambiguas, sostiene Moniquet. “Hay que ayudar a los musulmanes que quieren llevar una vida normal y desean un futuro mejor para sus hijos, ellos requieren que tengamos una postura firme contra terrorismo. Al mismo tiempo, las acciones de algunos Gobiernos europeos podrían repugnar a algunos y provocar que recurran al extremismo. Pero esta gente se radicalizaría en cualquier caso; si no es por la prohibición de burkas, podría ser por la educación de niños y niñas en la misma clase o algo más. Una parte de la comunidad, entre el 10 y el 15% se inclina a la radicalización. El problema es detenerlos y proteger a los demás”.
El peligro más serio en Europa, según Moniquet, es el extremismo islámico, porque hay miles de personas involucradas en acciones extremistas que pueden convertirse en terroristas en el futuro.
Cualquier tipo de crisis puede llevar al extremismo
El islamismo radical lleva unas tres décadas desarrollándose en Europa. Llega a la gente a través de varios canales, en las escuelas, universidades, clubes, instalaciones deportivas y cárceles, entre otras. El proceso de radicalización suele producirse cuando la gente es joven. Según Moniquet, para los jóvenes que ingresan en la universidad sin haberse convertido en extremistas la posibilidad de hacerlo más tarde es bastante baja.
Es difícil decir qué grupos son más susceptibles a la influencia extremista. Por un lado, parece lógico que chicos pobres que se sienten alejados y excluidos de la sociedad puedan recurrir al extremismo, pero por otro lado, los participantes en el atentado en Londres en 2005 estaban bien integrados. Uno de ellos, por ejemplo, era hijo de un propietario de una tienda, tenía buen trabajo, educación. “Los que están en cualquier tipo de crisis, sea una crisis social, cultural, familiar, personal, se vuelven débiles y podrían recurrir al extremismo islamista así como caer en una secta cristiana”, destaca Moniquet.
Raíces del islamismo
La radicalización del islamismo comenzó en los años 70, cuando Arabia Saudita empezó a destinar fondos supuestamente para ayudar a los países europeos a resolver problemas con inmigrantes. Según Moniquet, que entonces formó parte del servicio de inteligencia francés, Arabia Saudita alimentó el extremismo durante décadas, enviando dinero y gente a Europa, pero la inteligencia europea y estadounidense no se interesaron mucho porque tenían un enemigo más importante: la URSS y el comunismo.
Después del asesinato en 2004 del cineasta holandés Theo van Gogh, cometido por un joven marroquí, por haber filmado un cortometraje 'Submission' sobre violencia contra las mujeres en los países islámicos, la inteligencia holandesa empezó a seguir al clero musulmán y descubrió que entre el 60% y el 70% no podían entender, leer o hablar holandés. “Claro está que los clérigos no pueden ser un factor para la integración. No entienden la sociedad donde viven ellos y sus seguidores. No pueden dar buenos consejos... Y muchos provenían del exterior, de Arabia Saudita o los Estados del Golfo”.
¿Efectos no deseados?
Las medidas que emprenden ahora en Europa pueden tener consecuencias ambiguas, sostiene Moniquet. “Hay que ayudar a los musulmanes que quieren llevar una vida normal y desean un futuro mejor para sus hijos, ellos requieren que tengamos una postura firme contra terrorismo. Al mismo tiempo, las acciones de algunos Gobiernos europeos podrían repugnar a algunos y provocar que recurran al extremismo. Pero esta gente se radicalizaría en cualquier caso; si no es por la prohibición de burkas, podría ser por la educación de niños y niñas en la misma clase o algo más. Una parte de la comunidad, entre el 10 y el 15% se inclina a la radicalización. El problema es detenerlos y proteger a los demás”.
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