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Las 5 megaencarnaciones de la revolución científica de China

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Hace pocas décadas el gigante asiático apenas aparecía en las clasificaciones científicas mundiales; ahora, es el segundo país por gasto en investigaciones y número de publicaciones.
Las 5 megaencarnaciones de la revolución científica de China

Las ambiciones científicas de China abarcan desde el lanzamiento de grandes proyectos experimentales hasta la ejecución de los últimos avances médicos. Este país también pretende sobrepasar los límites de la exploración, desde las profundidades oceánicas hasta el espacio exterior.

La BBC ha seleccionado cinco proyectos clave que posicionan a China como una potencia científica.  

Radiotelescopio gigante   

El Telescopio de Apertura Esférica (FAST, por sus siglas en inglés) que China construye en la provincia de Guizhou será el más grande del mundo y permitirá que los investigadores chinos obtengan información sobre el espacio y puedan buscar vida extraterrestre fuera de nuestra galaxia.

Este dispositivo constará de un plato que mide como 30 campos de fútbol, posee una apertura de 500 metros —con lo que superará al Observatorio de Arecibo (Puerto Rico), que alcanza los 305 metros— y está formado por 4.450 paneles móviles triangulares, que recibirán las señales de radio procedentes del espacio.

El proyecto para fabricar este radiotelescopio comenzó en marzo de 2011 y está previsto que termine este septiembre. En total, requerirá una inversión de 185.000 millones de dólares y ha provocado el realojamiento de cerca de 9.000 personas.

A vista de cerdo 

Además de por su carne, los cerdos son un gran negocio en China ya que, cuando les matan, les sacan las córneas de los ojos para poder transplantarlas a humanos. De los 1.400 millones de chinos que viven en el país asiático, cerca de 8 millones están ciegos —el 20 % de los invidentes del mundo— y las enfermedades relacionadas con esa membrana ocular provocan entre 3,5 millones y 5 millones de los casos.

Si un daño o infección de la cornéa no se trata puede llevar a la pérdida de visión y, para muchos pacientes, el trasplante es la única esperanza. Sin embargo, como la lista de espera es demasiado larga, el año pasado el Gobierno chino autorizó los experimentos con córneas porcinas, que son muy parecidas a las del ser humano. Hasta la fecha se han realizado unas 200 operaciones de este tipo.   

El Centro Internacional de Medicina Regenerativa (CRMI), que ha desarrollado la tecnología, ha invertido 150 millones de dólares en el proyecto, que todavía se encuentra en su fase inicial. Tras 10 años de investigaciones con animales como cabras, perros o vacas, se decantaron por los cerdos.

La compañía indica que el éxito de estas operaciones supera el 90 %, una tasa similar al porcentaje de los trasplantes con órganos humanos.

Partículas subatómicas 

En el interior de una montaña de la bahía Daya (sur de China), bajo 300 metros de granito, se estudian los neutrinos: unas de las partículas más frecuentes y con un comportamiento más extraño del universo, subproductos de las reacciones nucleares en las estrellas, supernovas, agujeros negros y los reactores nucleares.

Billones de neutrinos pasan a través de nosotros cada segundo, pero no podemos sentirlos ni verlos porque no disponen de carga y casi no tienen masa, motivos por los cuales han sido descritos como lo más cercano a la nada.

Pero lo más extraño de todo es que los neutrinos cambian constantemente entre tres formas diferentes o 'sabores', según el término científico. Es como si, al lanzar un plátano al aire, viéramos cómo se convierte en una naranja, después en una manzana y, finelmente, de nuevo en un plátano.

En las instalaciones de la bahía Daya los científicos chinos tratan de entender esta conducta. Para lograr su objetivo emplean detectores de partículas, que estudian las escasas ocasiones en que los neutrinos generados por una central nuclear próxima chocan con otras partículas.

Además, China se prepara para revolucionar la física con un acelerador de partículas siete veces más potente que el Gran Colisionador de Hadrones de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN).

Explorando las profundidades 

China ha anunciado que construirá un enorme sumergible de 97 metros de largo y 17,8 metros de ancho como parte de su programa de investigación del océano en profundidades extremas.

La nave Zhang Jian, que tendrá un desplazamiento que rondará las 4.800 toneladas y una autonomía de 28.000 kilómetros, albergará a 60 personas y contará con laboratorios avanzados y centros de procesamiento de datos, entre otras instalaciones.

Esta embarcación podrá descender hasta 11.000 metros de profundidad y, además de realizar investigaciones científicas, se utilizará para la ingeniería y arqueología submarinas, operaciones de rescate y rodajes, según asegura Cui Weicheng, el jefe del centro de investigaciones Hadal de la Universidad Oceánica de Shanghái. 

Está previsto que el Zhang Jian sea botado este junio y, este mismo año realice expediciones submarinas no tripuladas a la fosa de las Marianas —la zona más profunda de la corteza terrestre, ubicada en el noroeste del Pacífico—, mientras que las misiones tripuladas tendrán que esperar hasta 2019. 

Espacio exterior

La era espacial de China comenzó en 1970, cuando el satélite Dongfanghong 1 emitió una canción que exaltaba las virtudes del presidente Mao Zedong. En las siguientes décadas el país asiático lanzó más vehículos orbitales, sondas y taikonautas, hasta establecerse como una potencia del sector.

Sin embargo, durante muchos años el progreso de China se ha mantenido en secreto porque su programa espacial está dirigido por militares, mientras que las agencias espaciales más importantes del mundo —Roscosmos, la NASA y la ESA— son organizaciones civiles.

En 2013 los chinos lograron que alunizara su primer vehículo y el ingeniero jefe del Programa Chino de Exploración Lunar, Wu Weiren, ha asegurado que su país trabaja para lograr que una sonda y otro dispositivo explorador recorran el lado oscuro de la Luna en 2018. Además, el gigante asiático planea lanzar una sonda y un 'rover' rumbo a Marte en 2020.

Desde que en 2003 Yang Liwei se convirtió en el primer taikonauta, las misiones tripuladas siguen siendo una prioridad para China. Como no puede entrar en la Estación Espacial internacional (EEI) debido a que Estados Unidos no desea compartir tecnologías con los militares de China, este país planea construir su propia base orbital, cuyo primer prototipo enviará al espacio este año.

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