La autoproclamación de Juan Guaidó es una mala idea y no ayuda a pacificar Venezuela
Primero que todo quiero dejar claro que mi gran anhelo es que haya una Venezuela en paz, donde se respeten los derechos y las diferentes ideologías existentes en el país.
Esta semana el mundo, y gran parte de los venezolanos, se han visto sorprendidos por la irrupción en escena del presidente de la Asamblea Nacional (AN), Juan Guaidó, diputado de Voluntad Popular, quien se ha autoproclamado presidente encargado (interino) de Venezuela.
Como todo en la vida, para que algo nuevo pueda brotar con fuerza debe nacer sano y el paso dado por Guaidó es el brindis al sol más respaldado internacionalmente de la historia reciente, pero no es más que eso: una acción que no va a llegar a ningún punto concreto y donde se vuelve a jugar una vez más con la ilusión y desesperanza de millones de venezolanos que están hartos de cómo va su nación y se sienten huérfanos de liderazgo.
Violación de la legalidad
Aunque se citan sendos artículos de la Constitución de Venezuela para justificar el paso, los 233 y 333, lo cierto es que en Venezuela no hay ningún vacío de poder ni hay un presidente impedido.
Lo que no puede pretender Juan Guaidó y parte de los opositores al mandatario Nicolás Maduro y al PSUV es que en su país y el resto del mundo lo unjan como presidente encargado legítimo basándose en una ilegalidad, cuando la oposición y la propia Mesa de la Unidad Democrática (MUD) se han ausentado de parte de la vida política del país. Los opositores renunciaron a participar en la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) -ese mecanismo creado en parte para generar un diálogo y reconciliación nacional, y también con la finalidad de limitar a la propia AN de mayoría opositora- y de la elección presidencial que emanó de esta y que fue ganada por Nicolás Maduro en el 2018 tras lograr poco más de 6 millones de votos.
Los opositores, que no han querido reconocer los resultados de los últimos procesos, tachándolos de ilegales e irregulares, no pueden pretender que ahora, tras saltarse la legalidad vigente, que todo el pueblo venezolano y el resto de la comunidad internacional los apoye.
¿Amnistía para Maduro?
Entre las primeras actuaciones de Guaidó estuvo la histriónica propuesta de ofrecer a Nicolás Maduro una amnistía… ¿Cómo se puede ofrecer una amnistía a alguien que no se reconoce? Se ve que Guaidó nos va a tener acostumbrados a los brindis al sol. Sus defensores dicen que su voluntad es lograr un diálogo. Para eso se creó la ANC, pero como ninguneaba a la AN, los opositores se abstuvieron de participar en las elecciones.
La oposición debe entender que los venezolanos desesperados por la carencia de medicinas, alimentos, servicios y los que estiman que no tienen suficientes libertades, están dispuestos a comprarles lo que vendan y a pesar del apoyo de EE.UU., Canadá, Colombia, Chile, Argentina, Brasil y otros, eso no va a resolver la grave crisis que vive el país, al revés, solo buscan o pueden agravarla.
Dejar fuera a los militares
Los opositores deben de dejar de tratar de inmiscuir a miembros de las Fuerzas Armadas en política, instándolos abierta o sibilinamente a cometer alta traición y despeñarse en la ilegalidad. Es un delito y además pueden motivar un baño de sangre, que cualquiera que espete de 'ama a Venezuela' debe evitar.
El respaldo internacional que no llega
Guaidó debería preguntarse, por más que diga que el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, le dio su apoyo por teléfono, por qué la Unión Europea no se posiciona abiertamente a su favor. La respuesta es sencilla: no pueden y no deben, porque no se respeta la legalidad. En Bruselas no son tan irresponsables como los políticos de la derecha española que corren a presionar a La Moncloa a dar un apoyo a alguien que se ha saltado a la torera la Constitución, o la interpreta a su manera, cuando ellos acusan a políticos catalanes de violar la Constitución Española y los tienen en prisión preventiva en espera de juicio. En la OEA tres cuartos de lo mismo. La ONU, ya ni hablemos.
Solución sin sangre
La solución a la crisis de Venezuela no corresponde a Donald Trump, el Grupo de Lima o cualquiera fuera de sus fronteras, corresponde a los propios venezolanos y ojalá mediante el diálogo. La oposición debería volver a la participación activa de la política y sobre todo dentro de la legalidad. Desechar esa idea de que participar en procesos es darle legitimidad al chavismo. El chavismo, por su parte, debería tender la mano y emprender un proceso que permita entablar un diálogo que pudiera acabar en elecciones que sirvan o bien para respaldar su modelo social o buscar una alternativa a la crisis actual. El Gobierno debe reconocer que en el país hay un grave problema y tomar la delantera en hallar una solución y así evitar que millones estén pendientes de que las soluciones lleguen desde Washington o lobbys, mientras ven cómo miles de personas siguen abandonando el país.
Henry A. Pinto Periodista y asesor político
Twitter: @hapinto2
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