Corea del Norte: Hermetismo a prueba de bombas
Corea del Norte es el país más cerrado y misterioso del mundo. Casi nadie sabe cómo vive el pueblo norcoreano, qué está detrás de una 'cortina de hierro'. No obstante, el mundo está cambiando, dirigiéndose hacia una mayor apertura y globalización, y los líderes de Corea del Norte también sienten estos 'vientos de cambio'. El corresponsal de RT Semión Sénderov fue uno de los periodistas invitados al país asiático para asistir a un acontecimiento histórico: la destrucción de su polígono nuclear.
"Lo primero que piensas es que es una ilusión, no es un viaje cualquiera. Sin embargo, también entiendes la responsabilidad, porque puede ser la única oportunidad de acercarse a una nación de la que tan poco se sabe y que ahora sale casi todos los días en las noticias", confiesa Sénderov.
En primer lugar, el equipo de RT llegó a Pekín, desde donde volaron hasta Corea del Norte. "Nos captó la atención un agente de seguridad que estaba sentado en la última fila y la música patriótica norcoreana que nos acompañó durante las dos horas del vuelo", recuerda el corresponsal de su experiencia a bordo del avión AN 148 de Air Koryo. Tras sobrevolar la frontera, les quedó "totalmente prohibido tomar fotos y grabar videos sin el permiso explicito de los oficiales norcoreanos".
Al aterrizar en la ciudad de Wonsan, a los periodistas les esperaba un control de seguridad. "Las preguntas en la frontera no solo eran las típicas ¿de donde vienes? o ¿cuantos días te vas a quedar y en qué hotel? No. A mi me preguntaron mi opinión sobre el programa nuclear norcoreano, incluso qué pensaba sobre el gran líder, Kim Jong-un", cuenta Sénderov.
"Nos observaban todo el rato"
Una vez en esta ciudad, un destino vacacional para los norcoreanos, los periodistas se alojaron en un hotel que también les sirvió como centro de prensa en los siguientes días. "Los organizadores querían que nos sintiéramos a gusto […]. Tan solo hablar de la comida que ofrecían tres veces al día, un enorme bufet libre con platos internacionales que abarcaban los gustos de todos", cuenta Sénderov, agregando que probaron incluso el plato que llevó Kim Jong-un a la cumbre con su homólogo surcoreano: ramen de Pionyang.
Al mismo tiempo, destaca que los periodistas extranjeros eran seguidos en todo momento por unos guías. "Todos teníamos una especie de paranoia. Pensábamos, tras haber conocido muchas historias, que había cámaras y micrófonos por todas partes. Lo cierto es que nos observaban todo el rato. Cada grupo de dos o tres extranjeros tenía un guía o un mentor, como los apodábamos. Estaba con nosotros siempre, excepto en el baño y en la habitación del hotel", cuenta.
"La mayoría de las imágenes las conseguimos usando nuestros celulares"
"La única oportunidad de ver cómo son los norcoreanos fue un pequeño viaje de quince minutos en autobús desde el hotel hasta la estación de trenes", agrega. Aunque grabar las calles estaba prohibido, lo hicieron igual. "La mayoría de las imágenes las conseguimos usando nuestros celulares. Los guías notaban una cámara grande y enseguida pedían que se borrara el video. Sin embargo, en las cámaras de los móviles casi no se fijaban, quizás pensaban que lo hacíamos para nuestro archivo privado", explica Sénderov.
Durante el viaje en el tren, todas las ventanas estaban tapadas con persianas. "En un momento, la tentación nos superó y sacamos la cámara del móvil detrás de la persiana. Comprendíamos el riesgo, pero teníamos la esperanza de conseguir más material exclusivo", revela el periodista.
"Comimos rodeados de explosivos"
Finalmente, el polígono fue el único lugar donde se podía grabar de manera oficial."Cuando te dicen que vas a presenciar la destrucción del polígono de pruebas nucleares y vas a estar dentro de este polígono, tu única preocupación es la seguridad", confiesa Sénderov, añadiendo que algunos de los miradores estaban justo sobre las entradas de los túneles. "Por si fuera poco, nos habían llevado a una comida en unas mesas que pusieron entre varios edificios. Después nos llevaron al mirador y vimos cómo los detonaron. ¿Te imaginas que habíamos comido rodeados por explosivos listos para detonar en cualquier momento?", se sorprende el corresponsal.
"Ahora lo interesante es observar cómo Pionyang empieza a dialogar con el resto del mundo", afirma. Las reuniones a nivel internacional que ya se han celebrado y las que se prevén para el futuro próximo parecen indicar que el país busca abrirse más.
"Sin embargo, esta apertura va en contra del hermetismo al que está acostumbrada Corea del Norte, y en algún momento tendrá que elegir si seguir con su política de siempre o dar un paso que cambiará irreversiblemente a toda la nación", concluye Sénderov.