Qué separa a rusos y estadounidenses y por qué las sanciones no tienen sentido
En marzo de 2014, con el pretexto de los acontecimientos en Ucrania y Crimea, EE.UU., la Unión Europea y algunos de sus aliados acordaron una lista de sanciones contra altos cargos políticos y militares rusos, un listado que posteriormente fue ampliado en varias ocasiones para incluir a otras personas físicas, así como a compañías y sectores rusos.
El pasado mes de marzo, el presidente de EE.UU., Barack Obama, amplió un año el plazo de las sanciones impuestas a Rusia, incluidas todo tipo de medidas restrictivas implementadas por el Gobierno estadounidense desde el año pasado.
A tenor de muchos políticos y expertos, las sanciones son un "chantaje" y un acto de "terrorismo" económico sin sentido que buscan castigar a Rusia por tener una postura independiente y por desafiar la hegemonía de EE.UU. Asimismo, numerosos analistas afirman que la crisis en Ucrania no ha sido más que una excusa utilizada por Washington para intentar arrinconar a Rusia.
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Sea cual sea el objetivo de estas medidas económicas de EE.UU., parece cada vez más evidente que Washington está lejos de conseguirlo: los intentos de Occidente de aislar a Rusia fomentan la intensificación de los lazos entre Moscú y Latinoamérica o China, las nuevas dificultades económicas crean nuevas oportunidades, y la presión no hace más que unir al pueblo ruso.
¿Por qué las sanciones estadounidenses no producen el efecto esperado? ¿Por qué a los rusos no les preocupa mucho que EE.UU. esté en su contra? ¿Cómo se puede reestablecer el diálogo productivo entre las dos naciones? En la situación actual, estas son algunas de las preguntas que muchos tienen en mente.
Los ultimátums a Rusia son ineficaces
Hablar con Rusia en el lenguaje de los ultimátums y las sanciones no tiene sentido y generará efectos contrarios a los esperados. Así lo consideran numerosos políticos, politólogos y expertos, tanto rusos como internacionales.
Así, el presidente ruso, Vladímir Putin, ha advertido en reiteradas ocasiones que las medidas de Occidente son inútiles e ilegítimas y amenazan la estabilidad internacional.
"Los intentos de hablar con Rusia en el lenguaje de los ultimátums y las sanciones son absolutamente inaceptables y no tienen ninguna perspectiva. Con ello, nuestra respuesta siempre ha sido y será equilibrada y va a tener en cuenta los derechos y obligaciones de Rusia en virtud de los tratados internacionales, incluso en el marco de la Organización Mundial del Comercio", declaró el mandatario ruso en una entrevista a la agencia de noticias turca Anadolu.
Por su parte, el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, ha asegurado que Rusia nunca tomará el camino del autoaislamiento y de la búsqueda de enemigos.
"Se oyen llamamientos de que Rusia debe ser aislada; en particular Barack Obama instó a ello. Ninguno de estos intentos dará resultado. El presidente ruso, Vladímir Putin, afirmó que Rusia nunca tomará el camino del autoaislamiento", subrayó el ministro ruso en el marco de la tradicional rueda de prensa para los representantes de los medios de comunicación rusos y extranjeros el pasado mes de enero.
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¿Qué es lo que separa a los rusos y los estadounidenses?
Los últimos acontecimientos han demostrado una vez más lo diferentes que son EE.UU. y Rusia y el grado de incomprensión que surge a menudo entre los representantes de las dos naciones.
El sociólogo norteamericano John Smith, que lleva 20 años investigando las diferencias entre la mentalidad de los rusos y la de los estadounidenses, dice tener cada vez más claro que las similitudes son nulas. En su entrevista para el portal Lenta.ru el experto afirmó que lo único que tienen en común son "las manos, los pies, y la cabeza".
El sociólogo explica que la principal diferencia está en cómo los norteamericanos y los rusos se ven a sí mismos y a los demás, lo cual, a su vez, depende en gran medida del llamado 'lugar de control' o 'locusde control', la tendencia de una persona a explicar el origen de los acontecimientos de su vida cotidiana con factores internos (locus de control interno) o externos a ella (locus de control externo).
La mayoría de los estadounidenses tienen el locus de control interno, y de ahí su nivel de autoconfianza, "a menudo injustificada", mientras que los rusos suelen tener el locus de control externo y estar menos seguros de sí mismos, a menudo también injustificadamente.
"Los estadounidenses están convencidos de que lo entienden todo: a Rusia, a los rusos, a Vladímir Putin. En realidad, la mayoría de los políticos y expertos, en mi opinión, no entienden nada"
John Smith, sociólogo norteamericano.
Son muchos los factores que pueden haber influido en el desarrollo de estas características psicológicas. En el caso de los rusos, los responsables son tanto los acontecimientos históricos (la invasión mongola, la caída de la Unión Soviética, los traumáticos años 90, etcétera), como otras posibles causas, desde la dureza del clima hasta la religión y las características de los cuentos populares.
En cuanto a los estadounidenses, hay que tener en cuenta que se trata de un país de inmigrantes, "donde se han reunido los individuos más móviles de países de todo el mundo", cuya percepción de sí mismos y de la vida en su país no era como la que tenían la mayoría de sus compatriotas.
¿Cómo se manifiesta esta diferencia en la práctica?
Esta diferencia ha hecho que incluso un simple diálogo entre los representantes de las dos naciones sea complicado. "Los norteamericanos hablan, hablan y hablan. No pueden permanecer en silencio porque se les enseña desde la infancia a expresar sus opiniones. Si no lo hacen, empiezan a dudar de su existencia", explica Smith, agregando que los rusos, al contrario, tienden a permanecer en silencio.
"Como resultado, no hay contacto, ya que para mantener la comunicación hay que estar en el mismo nivel", sostiene el experto.
"¿Qué pasa entre nuestros países ahora? No hay ningún contacto. Los estadounidenses están convencidos de que lo entienden todo: a Rusia, a los rusos, a Vladímir Putin. En realidad, la mayoría de los políticos y expertos, en mi opinión, no entienden nada", señala Smith.
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Las diferencias entre las dos mentalidades se manifiestan también en la percepción de los conflictos y en la forma de resolverlos: los rusos prefieren solucionar los problemas por sí mismos, mientras que los estadounidenses recurren a mediadores.
Los rusos, explica Smith, "no tienen miedo al conflicto", ya que lo consideran un tipo de comunicación. Es por eso que suelen decir lo que piensan, convencidos de que el conflicto es algo normal, es honesto. "En mi opinión, este es un enfoque sano de la vida", manifiesta el sociólogo.
¿Por qué los estadounidenses recurren a las sanciones?
Es bien sabido que la política de las sanciones está condenada a fracasar, y muchos expertos estadounidenses coinciden en ello. ¿Por qué, a pesar de saberlo, EE.UU. recurre a este tipo de medidas?
En primer lugar, porque la mentalidad occidental "ve el castigo como una forma de resolver la mayoría de los problemas", y en el segundo, porque los "estadounidenses han decidido que tienen que solucionar todos los problemas del mundo", explica Smith.
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"Supongo que las raíces de este pensamiento están en que EE.UU. es un país de inmigrantes que un día dejaron su patria porque no les gustaba vivir allí. Por lo tanto, creen que fuera de EE.UU. todo está mal, y que deben ayudar a los que se quedaron", agrega.
"Las sanciones alejan a los pueblos y obstaculizan el derecho internacional"
Alexis Tsipras, primer ministro griego.
Al mismo tiempo, numerosas voces denuncian que la situación en Ucrania, el pretexto formal para las sanciones antirrusas, solo ha sido una excusa para EE.UU. para perjudicar a Rusia y continuar su injerencia en otros países a través de sanciones.
"Ucrania solo le ha servido a Estados Unidos como excusa para arrinconar a Rusia, para aislarla, dejarla sin la influencia internacional, para poner Europa contra Rusia, y creo que eso es lamentable", comenta a RT el analista internacional Salvador Muñoz.
"Refleja la encrucijada en la que se encuentra el propio Washington, donde su poderío hegemónico, su producto nacional, en los últimos años se ha visto muy debilitado, se ve muy amenazado por el crecimiento de los países BRICS y, especialmente, el surgimiento de Rusia en la escena internacional", considera Muñoz.
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A su vez, el analista político Carlos Santa María afirmó a RT que el de Ucrania es "un caso patente de hipocresía [de los países occidentales]". "[En Ucrania] estuvo EE.UU. involucrado, Obama directamente, Cameron y Angela Merkel", denunció Santa María, que opina que estos mandatarios organizaron el golpe de Estado en el país del este de Europa.
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¿Sirven de algo las sanciones antirrusas?
En su mensaje a la Asamblea Federal en diciembre, el presidente ruso, Vladímir Putin, subrayó, respecto a las medidas de Occidente, que a Rusia "le esperan tiempos difíciles y tensos, pero las sanciones y restricciones externas son un gran incentivo para acelerar el desarrollo".
"Las dificultades a las que nos enfrentamos nos crean nuevas oportunidades", resaltó Putin.
Asimismo, el mandatario aseguró que Rusia seguirá reforzando lazos con Latinoamérica, defendiendo sus posiciones en África y Oriente Medio y ampliando su presencia en la región Asia-Pacífico.
Hoy en día, las declaraciones del líder ruso parecen proféticas.
La mayoría de los expertos de todo el mundo se muestran ahora más optimistas en cuanto al futuro de la economía rusa. A principios de abril, la calificadora S&P mejoró su visión de la situación económica del país, pronosticando un crecimiento de un 1,9 por ciento para 2016.
Además, el rublo ruso, que perdió casi un 50 por ciento de su valor en 2014, ha registrado últimamente una acusada subida.
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En opinión de muchos analistas, las sanciones, impuestas contra Moscú con el fin de perjudicar a la economía rusa, en realidad no hicieron más que estimular el crecimiento económico del país.
"Se suponía que las sanciones y la caída del precio del petróleo paralizarían Rusia, pero al final solo la favorecieron", aseguró el economista Matthew Lynn en su nuevo artículo para el portal MarketWatch.
Tampoco está cerca de haberse cumplido el objetivo de aislar a Rusia. Desde el principio, líderes y altosrepresentantes de muchos países se han mostrado en contra de las sanciones y han expresado su solidaridad con el pueblo ruso.
Así, en el marco de una entrevista concedida a RT, el presidente de Bolivia, Evo Morales, expresó su "máximo respeto y admiración a Putin y a Rusia" y calificó de "auténtico terrorismo económico" las sanciones impuestas a Rusia por los países occidentales.
Por su parte, el presidente de la Cámara de Representantes del Parlamento de Uruguay, Aníbal Pereyra, afirmó que las sanciones unilaterales no se enmarcan en la lógica de la política contemporánea, respecto a las medidas económicas impuestas a Rusia por Occidente.
Vea aquí la entrevista de RT a Aníbal Pereyra
Dentro de la Unión Europea tampoco hay consenso acerca de las sanciones contra Rusia.
"Grecia no está de acuerdo con la aplicación de sanciones contra Rusia [por parte de la Unión Europea], es de hecho una guerra económica", afirmó el primer ministro griego, Alexis Tsipras, en una rueda de prensa tras su reunión con el presidente ruso, Vladímir Putin, en el marco de una visita de dos días a Moscú.
"Las sanciones alejan a los pueblos y obstaculizan el derecho internacional", indicó el primer ministro griego.
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Finalmente, imponiendo sanciones contra Rusia, excluyéndola de los grupos occidentales y amenazando con suministrar armamento a Ucrania, EE.UU. ha logrado una aceleración del fortalecimiento de la alianza entre Moscú y Pekín, lo cual, a tenor de algunos expertos, podría derivar en "un fuerte eje China-Rusia que durante décadas plantearía un desafío a los intereses estadounidenses en la región Asia-Pacífico".
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En el contexto de los últimos acontecimientos, se hace cada vez más evidente que los estadounidenses y los rusos son muy diferentes, y que es difícil que se entiendan unos a otros. Aún así, parece cada vez más obvio también que la política de las sanciones no hará más que empeorar la situación.
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