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¿Un “triunfo de la democracia”?: Un año después de la matanza, Breivik sigue sin condena

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Un año después de la carnicería perpetrada por Anders Breivik, Noruega recuerda a sus ciudadanos asesinados. Tras la explosión en el centro de Oslo y el tiroteo en la isla de Utoya, murieron 77 personas y más de 150 resultaron heridas. El asesino todavía no ha recibido ninguna condena.
¿Un “triunfo de la democracia”?: Un año después de la matanza, Breivik sigue sin condena

En la isla de Utoya todavía hay velas encendidas y las flores nunca desaparecen del lugar de la tragedia. Muchos turistas dejan etiquetas adhesivas con los nombres de sus países en el monumento de piedra elevado en el lugar: Rusia, Italia, Polonia, Países Bajos… Todo el mundo compadece a los parientes de las víctimas que a día de hoy siguen sin entender una cosa: ¿por qué?

Nadie podía pensar que en un país tan tranquilo y confortable como Noruega podría pasar una tragedia tan horrible. El problema de la integración de los inmigrantes en la sociedad europea, la incapacidad de Europa de 'digerir' millones de inmigrantes en el contexto de la grave crisis financiera y la irritación mal ocultada de la población autóctona, todos estos puntos sensibles han sido cubiertos de silencio en Noruega. Un silencio que fue roto por los disparos de Breivik.

 “Un triunfo de la democracia”, así calificó en la prensa el proceso judicial sobre Anders Breivik uno de los asistentes a la última sesión del tribunal. A Breivik le dieron la posibilidad de explicar todos sus pensamientos radicales y declarar que aquella matanza masiva era una medida necesaria. Un juez recomendó al fiscal pensar mejor las preguntas, elegir aquellas a las que Breivik no se niegue a contestar.

"Un asesino tiene más derechos que sus víctimas"

Parece que Noruega, estremecida con el sangriento atentado, no sabe qué hacer con el terrorista que reconoce lo que hizo, se pronuncia sano psíquicamente y no ve ningún error en sus actos. "A veces es necesario cometer una barbarie para frenar otra aún mayor", dice Breivik que incluso amenaza claramente al tribunal con nuevos atentados, que se producirán si no lo ponen en libertad.

"Mis hermanos de los movimientos de resistencia noruegos y europeos están siguiendo el caso mientras planean nuevos ataques. Pueden ser responsables de que 40.000 personas mueran", les dijo a los jueces.

Se le realizaron varias pruebas: solo dos de los 37 expertos que han hablado con Breivik lo tachan de psicótico. No obstante, a pesar de que los médicos establecieron que está en plenitud de sus facultades, el fiscal exigió someter al procesado a un tratamiento forzoso. Si esto sucede, puede que Breivik no salga del hospital. En caso contrario, lo máximo que le espera son 21 años de prisión, según la legislación noruega.

Su abogado, Geir Lippestad, se opuso a la petición de la Fiscalía y solicitó de forma subsidiaria que si Breivik no es puesto en libertad como él reclama, se le condene "a la pena más leve posible".

“El caso de Breivik claramente demuestra lo absurdo del sistema judicial en los estados democráticos. Un estado con otra mentalidad nunca se permitiría una burla tan descarada ante la idea de un castigo justo”, cree el politólogo ruso Grigori Trofimchuk.

Pero además del deseo de curar a Breivik de enfermedades que según -los médicos- no tiene, el país nórdico modifica su legislación especialmente para el asesino . El 1 de julio entró en vigor en Noruega una ley llamada 'Ley Breivik', según la cual el ultraderechista podría ser totalmente aislado de la sociedad.

El texto de la ley señala concretamente la construcción de un edificio especial con un régimen de máxima seguridad y el control estricto de los visitantes para los pacientes como Breivik. Para este fin ya han empezado la reconstrucción de uno de los edificios de un hospital, aunque según los médicos la nueva clínica de momento será solo para un paciente: Breivik.

“La debilidad del sistema judicial, no solo noruego sino occidental en general, es que allí un delincuente tiene más derechos que sus víctimas. El criminal puede asesinar y el Estado no tiene derecho de asesinar al criminal, porque tiene la pena de muerte suspendida. Entonces, se puede encarcelar al asesino, pero enseguida le empezarán a cuidar los defensores de derechos de todo tipo, van a controlar que cumpla su condena en buenas condiciones, que coma bien, tenga posibilidad de pasear y ver la tele. ¿Pero por qué hay que crear para los asesinos unas condiciones propias de un balneario? La cárcel debe ser cárcel, y un asesino no debe tener más derechos que su víctima”, expresa la periodista y bloguera rusa Sandra Nóvikova.

El anuncio de la condena está previsto para el 24 de agosto.


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